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La Aventura de Una Vida: El Camino al K2
Bienvenidos a Pakistán. En esta nueva aventura, nos adentramos en el corazón de la Cordillera del Karakórum, hogar de algunos de los paisajes montañosos más impresionantes e inhóspitos del planeta. Nuestro objetivo: alcanzar el campamento base del K2, la segunda montaña más alta del mundo con sus imponentes 8.611 metros. Conocida entre los alpinistas como la "Montaña Salvaje", el K2 se eleva como una pirámide perfecta de hielo, roca y nieve, con una prominencia de más de 4.000 metros sobre el terreno circundante que la convierte en una de las siluetas más impresionantes del planeta.
Este trek de 180 kilómetros con 2.000 metros de desnivel acumulado se convertiría en la aventura más desafiante que he emprendido hasta la fecha. Catorce días por delante, acompañado por mi gran amigo Albert y un grupo de intrépidos aventureros que compartirían conmigo esta experiencia única. Lo que nos esperaba era mucho más que una simple caminata: sería un viaje al corazón de una de las regiones montañosas más concentradas del planeta, donde en un radio de apenas 20 kilómetros se agrupan cuatro ochomiles.
El Inicio: De Skardu a Askole
El viaje comenzó con un recorrido épico en jeep desde Skardu hasta el remoto pueblo de Askole, la última aldea balti antes de adentrarnos en el mundo salvaje de las montañas. Lo que debía ser un trayecto de 8 horas se convirtió en toda una aventura cuando nos encontramos con un enorme desprendimiento de tierra que había arrasado la carretera. Tuvimos que cruzar a pie un tramo peligroso para llegar al otro lado, donde nos esperaba otro jeep que, según nos contaron, llevaba atrapado allí más de un mes.
Ya en este punto entendimos que la naturaleza dictaría sus propias reglas en este viaje. El Karakórum no perdona, y aunque la cordillera tiene "solo" 500 kilómetros de longitud frente a los 1.500 del vecino Himalaya, contiene la mayor concentración de altas montañas de la Tierra, incluidos cinco de los catorce ochomiles. Los primeros occidentales en acercarse a estas tierras fueron misioneros católicos, como el padre Ippolito Desideri, quien en 1715 cruzó el paso de Zoji-la camino al Tíbet, siendo de los primeros europeos en mencionar el nombre "Karakorum" en sus cartas.
Los Primeros Pasos en el Trek
El primer día de caminata fue relativamente tranquilo: unas 5 horas de recorrido comenzando desde los 3.000 metros de altitud. La estrategia era clara: aclimatarnos gradualmente a la altura para evitar el mal agudo de montaña, una condición que puede ser mortal a estas altitudes. Cruzamos ríos sobre puentes rudimentarios construidos por los porteadores locales y comenzamos a sentir esa desconexión del mundo que solo la alta montaña puede ofrecer.
El segundo día nos llevó hasta Payu, a 3.410 metros, donde permanecimos dos días para una mejor aclimatación. Esta parada no es un lujo sino una necesidad: el cuerpo necesita tiempo para producir más glóbulos rojos y adaptarse a la menor disponibilidad de oxígeno. Ya aquí, las vistas eran sencillamente espectaculares, un anticipo de lo que vendría más adelante. Tras 8 horas de caminata bajo un cielo parcialmente nublado que nos regaló un clima fresquito, agradecimos la llegada al campamento.
La Vida en la Expedición: Detalles Fascinantes
Durante nuestro día de descanso en Payu, tuve la oportunidad de mostrar algunos detalles curiosos de la vida en una expedición de alta montaña. Como la forma tradicional en que se mantiene la carne fresca durante dos semanas: viva y caminando con nosotros. Teníamos una cabra que iba a ser nuestra comida días después, aunque al parecer la pobre se negó a seguir caminando y terminó en la cazuela antes de lo previsto.
También visitamos una pequeña mezquita, probablemente la última en nuestro camino hacia el campamento base. Un recordatorio de la rica cultura y espiritualidad que impregna incluso estos remotos rincones de Pakistán, donde los porteadores baltis son parte fundamental del buen desarrollo de cualquier expedición. La caravana que forman es espectacular, y el contacto humano acaba siendo una parte primordial de la experiencia del trekking.
El Majestuoso Glaciar Baltoro
Al cuarto día, el día amaneció lluvioso pero pronto se despejó para revelarnos uno de los protagonistas principales de esta aventura: el glaciar Baltoro. Este coloso de hielo, con sus 57 kilómetros de longitud, es uno de los glaciares más largos del mundo fuera de las regiones polares. Sería nuestro camino durante los próximos 9 días, una autopista helada que nos conduciría hasta el corazón del Karakórum.
Lo que a primera vista parece una montaña de rocas y arena es en realidad un inmenso río de hielo cubierto de sedimentos. A partir de este punto, nuestras tiendas de campaña se instalarían sobre el propio glaciar cada noche, sintiendo bajo nosotros el lento pero constante movimiento de esta masa de hielo milenaria que avanza apenas unos metros al año.
"Aunque todo esto parezca roca, es glaciar. Debajo de la roca siempre hay hielo."
La parte central del Baltoro es un extenso campo de nieve donde pequeños glaciares van desembocando, creando cascadas de hielo en los puntos de unión. Las paredes laterales tienen pendientes notables, llegando a ser auténticos precipicios. El glaciar ha esculpido a su paso estrías en las rocas, y el hielo en movimiento ha formado depresiones que se han convertido en numerosos lagos glaciales. Esta región alberga la mayor concentración de glaciares fuera de las zonas polares, cubriendo más del 50% de la superficie del Karakórum.
La Altura Comienza a Sentirse
Al quinto día, tras 8 horas de caminata, llegamos a un campamento situado a unos 3.800 metros de altura. Ya a esta altitud, el oxígeno comenzaba a escasear y la respiración se hacía notablemente más difícil. Sin embargo, las vistas compensaban cualquier esfuerzo: montañas majestuosas rodeándonos en todas direcciones, incluidas las famosas Torres Trango, una de las paredes verticales más impresionantes del planeta.
En Urdukas, a más de 4.000 metros, ya llevábamos acumulados 1.000 metros de desnivel desde el inicio. Por fortuna, ninguno de la expedición había experimentado problemas serios con la altura hasta ese momento. Este campamento nos recordó también los peligros inherentes a estas aventuras: en 2011, una roca se desprendió matando a seis personas, tres de cuyos cuerpos aún permanecen bajo la montaña.
Esa misma noche, en el campamento de Urdukas, pudimos contemplar la majestuosidad de la vía láctea en todo su esplendor. Captamos unas fotos increíbles de la misma asomándose sobre los picos nevados que nos rodeaban, uno de esos momentos que hacen que cada paso del esfuerzo valga la pena.
El Corazón del Glaciar
A partir del sexto día nos adentramos completamente en el centro del glaciar Baltoro. El paisaje se transformó en un laberinto de hielo cubierto de rocas, seracs y grietas, donde cada paso suponía un desafío. Las formaciones de hielo y roca creaban figuras caprichosas que parecían sacadas de otro planeta, un recordatorio de las fuerzas geológicas que han moldeado esta región durante millones de años.
Tras 7 horas de caminata llegamos al campamento Goro II, donde pudimos constatar un hecho fascinante: según nuestro mapa, el campamento debería estar un kilómetro más adelante. La explicación es sorprendente: el glaciar se había movido esa distancia desde que se hizo el mapa años atrás. Una demostración viva de que caminábamos sobre un río congelado en lento pero constante movimiento, avanzando inexorablemente valle abajo.
Los Pequeños Placeres y Los Grandes Desafíos
A mitad del trek, Albert y yo reflexionábamos sobre los pequeños placeres que se echan de menos después de una semana en la montaña: una ducha caliente, un baño decente, una cama cómoda y calentita sin rocas debajo. Lujos cotidianos que se convierten en anhelos cuando se vive en la simplicidad de la alta montaña.
El frío comenzaba a ser intenso, con temperaturas bajo cero durante la noche. Y fue entonces cuando recibimos la noticia de que dos compañeros de expedición habían tenido que dar marcha atrás, afectados por la altitud y las duras condiciones. Un recordatorio de que en la montaña a veces es más sabio retroceder que arriesgarse demasiado. Como nos contaba el guía, apenas unos meses antes un porteador experimentado había fallecido en Concordia, nuestro próximo destino, por mal de altura.
Entre Gigantes de Hielo y Roca
El trayecto nos llevó a pasar por un abandonado campamento militar, vestigio de la compleja situación geopolítica de la zona. El K2 se localiza en la frontera entre Pakistán y China, en la zona de Cachemira administrada por los pakistaníes, aunque la India también reivindica la región. Esta remota área se ha convertido en un lugar de intereses estratégicos entre tres potencias nucleares.
Después de 7 horas más de caminata bajo una nevada inesperada, alcanzamos Concordia a 4.800 metros, uno de los anfiteatros naturales más impresionantes del mundo. Este lugar, donde confluyen el glaciar Baltoro con el glaciar Godwin-Austen, debe su nombre a exploradores europeos que encontraron un parecido con la confluencia de dos glaciares en los Alpes Berneses. Desde aquí se pueden observar cuatro de los catorce ochomiles del planeta: K2, Broad Peak, Gasherbrum I y Gasherbrum II. Por su ubicación única, Concordia es conocida como el corazón del Karakórum y ha ganado el apodo de "La Sala del Trono de los Dioses de la Montaña". Pero el K2 permanecía oculto tras las nubes, reservándose para el día siguiente.
El Día Perfecto: Camino al Campamento Base del K2
Amanecimos con un día espectacular, algo que según nuestro guía era la primera vez que ocurría en toda la temporada. Ser la última expedición del año y tener semejante regalo era una suerte increíble. El sol brillaba en un cielo completamente despejado, permitiendo ver en toda su majestuosidad las montañas que nos rodeaban.
Primero visitamos el campamento base del Broad Peak, el duodécimo pico más alto del mundo con sus 8.051 metros. Mientras disfrutábamos del almuerzo, fuimos testigos de una impresionante avalancha en la cara del K2, probablemente provocada por las nieves de la noche anterior. Según Ejaz, nuestro guía local, la avalancha se produjo en la ruta japonesa, afortunadamente desocupada en esta época del año. Un espectáculo sobrecogedor que nos recordó el poder y la furia de estas montañas.
El Memorial: Un Momento de Reflexión
Finalmente, llegamos al campamento base del K2 a 5.150 metros sobre el nivel del mar. Aquí nos detuvimos en el memorial dedicado a los montañeros que han perdido sus vidas intentando conquistar estas cumbres. Placas conmemorativas, objetos personales y, según nos contaron, los restos de dos personas descansan en este lugar solemne.
El K2 fue registrado por primera vez en 1856 por un equipo topográfico europeo dirigido por el británico Henry Haversham Godwin-Austen. Thomas George Montgomerie, miembro del equipo, lo llamó "K2" por ser el segundo pico del Karakórum catalogado. El primer intento serio de ascensión fue organizado en 1902 por Oscar Eckstein y Aleister Crowley, aunque ningún miembro consiguió alcanzar la cima. Tuvieron que pasar más de cincuenta años hasta que, el 31 de julio de 1954, los italianos Lino Lacedelli y Achille Compagnoni lograron el primer ascenso exitoso.
El K2 es conocido como una de las montañas más mortíferas del mundo: por cada cuatro personas que alcanzan su cima, una no consigue descender con vida. Un dato sobrecogedor que nos hizo valorar aún más el privilegio de estar contemplando esta montaña desde su base, sin pretender más.
Objetivo Conseguido: El Campamento Base del K2
Con el K2 imponente ante nosotros, sus 8.611 metros elevándose hacia el cielo como una pirámide perfecta, pudimos celebrar el haber alcanzado nuestro objetivo. Tras más de 90 kilómetros recorridos, superando desniveles, cruzando glaciares, soportando el frío y la altitud, el campamento base del K2 se desplegaba ante nuestros ojos, un espacio casi místico donde se inician las expediciones que intentan alcanzar la cima de la "Montaña Salvaje".
Y aunque nuestro relato termina aquí, la aventura continuaba: todavía quedaban 90 kilómetros de regreso por el mismo camino, pero con el corazón lleno de experiencias inolvidables y la satisfacción de haber completado uno de los treks más desafiantes y espectaculares del planeta.
Datos Sobre el K2 y el Trek a su Campamento Base
- Altura del K2: 8.611 metros (segunda montaña más alta del mundo tras el Everest)
- Primera ascensión: 31 de julio de 1954 por los italianos Lino Lacedelli y Achille Compagnoni
- Nombre local: Chogori ("Montaña Grande") o Dapsang
- Apodo: "La Montaña Salvaje" por su extrema dificultad y peligrosidad
- Tasa de mortalidad: Una de las más altas entre los ochomiles, aproximadamente 1 de cada 4 alpinistas que llegan a la cima no sobreviven al descenso
- Duración del trek: 14-16 días (ida y vuelta)
- Mejor época: Junio a septiembre
- Distancia total: Aproximadamente 180 km ida y vuelta
- Altitud máxima del trek: 5.150m en el campamento base del K2
- Glaciar Baltoro: Con 57 km de longitud, es uno de los glaciares más largos fuera de las regiones polares
- Concordia: A 4.800m, es considerado uno de los "anfiteatros naturales" más impresionantes del mundo, con vistas a cuatro ochomiles
- Prominencia del K2: Más de 4.000 metros sobre el terreno circundante
Este trek representa uno de los grandes desafíos para senderistas experimentados, no tanto por su dificultad técnica sino por la altitud, las largas distancias, las condiciones climáticas cambiantes y la remota ubicación que complica cualquier evacuación en caso de emergencia. Sin embargo, quienes lo completan coinciden en que las vistas y la experiencia bien valen cada paso del esfuerzo.