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La Aventura de Una Vida: El Camino al K2
Bienvenidos a Pakistán. En esta nueva aventura, nos adentramos en el corazón de la Cordillera del Karakórum, hogar de algunos de los paisajes montañosos más impresionantes e inhóspitos del planeta. Nuestro objetivo: alcanzar el campamento base del K2, la segunda montaña más alta del mundo con sus imponentes 8.611 metros.
Este trek de 180 kilómetros con 2.000 metros de desnivel acumulado se convertiría en la aventura más desafiante que he emprendido hasta la fecha. Catorce días por delante, acompañado por mi gran amigo Albert y un grupo de intrépidos aventureros que compartirían conmigo esta experiencia única.
El Inicio: De Skardu a Askole
El viaje comenzó con un recorrido épico en jeep desde Skardu hasta el remoto pueblo de Askole, la última aldea antes de adentrarnos en el mundo salvaje de las montañas. Lo que debía ser un trayecto de 8 horas se convirtió en toda una aventura cuando nos encontramos con un enorme desprendimiento de tierra que había arrasado la carretera. Tuvimos que cruzar a pie un tramo peligroso para llegar al otro lado, donde nos esperaba otro jeep que, según nos contaron, llevaba atrapado allí más de un mes.
Ya en este punto, entendimos que la naturaleza dictaría sus propias reglas en este viaje.
Los Primeros Pasos en el Trek
El primer día de caminata fue relativamente tranquilo: unas 5 horas de recorrido comenzando desde los 3.000 metros de altitud. La estrategia era clara: aclimatarnos gradualmente a la altura para evitar problemas más adelante. Cruzamos ríos sobre puentes rudimentarios y comenzamos a sentir esa desconexión del mundo que solo la alta montaña puede ofrecer.
El segundo día nos llevó hasta Payu, a 3.410 metros, donde permanecimos dos días para una mejor aclimatación. Ya aquí, las vistas eran sencillamente espectaculares, un anticipo de lo que vendría más adelante. Tras 8 horas de caminata bajo un cielo parcialmente nublado que nos regaló un clima fresquito, agradecimos la llegada al campamento.
La Vida en la Expedición: Detalles Fascinantes
Durante nuestro día de descanso en Payu, tuve la oportunidad de mostrar algunos detalles curiosos de la vida en una expedición. Como la forma en que se mantiene la carne fresca durante dos semanas: ¡viva y caminando con nosotros! Teníamos una cabra que iba a ser nuestra comida días después, aunque al parecer la pobre se negó a seguir caminando y terminó en la cazuela antes de lo previsto.
También visitamos una pequeña mezquita, probablemente la última en nuestro camino hacia el campamento base. Un recordatorio de la rica cultura y espiritualidad que impregna incluso estos remotos rincones de Pakistán.
El Majestuoso Glaciar Baltoro
Al cuarto día, el día amaneció lluvioso pero pronto se despejó para revelarnos uno de los protagonistas principales de esta aventura: el glaciar Baltoro. Este coloso de hielo, considerado uno de los glaciares más grandes del mundo fuera de las zonas polares, se extiende por 65 kilómetros de longitud y sería nuestro camino durante los próximos 9 días.
Lo que a primera vista parece una montaña de rocas y arena es en realidad un inmenso río de hielo cubierto de sedimentos. A partir de este punto, nuestras tiendas de campaña se instalarían sobre el propio glaciar cada noche, sintiendo bajo nosotros el lento pero constante movimiento de esta masa de hielo milenaria.
"Aunque todo esto parezca roca, es glaciar. Debajo de la roca siempre hay hielo."
El glaciar Baltoro forma parte de la cordillera del Karakórum, que alberga la mayor concentración de glaciares fuera de las zonas polares. Más del 50% de su superficie está cubierta por estos ríos de hielo, una realidad que también está siendo afectada por el cambio climático, como pudimos comprobar observando cuánto había descendido el nivel del glaciar en los últimos años.
La Altura Comienza a Sentirse
Al quinto día, tras 8 horas de caminata, llegamos a un campamento situado a unos 3.800 metros de altura. Ya a esta altitud, el oxígeno comenzaba a escasear y la respiración se hacía notablemente más difícil. Sin embargo, las vistas compensaban cualquier esfuerzo: montañas majestuosas rodeándonos en todas direcciones, un espectáculo que difícilmente puede capturarse en palabras o imágenes.
En Urdukas, a más de 4.000 metros, ya llevábamos acumulados 1.000 metros de desnivel desde el inicio. Por fortuna, ninguno de la expedición había experimentado problemas serios con la altura hasta ese momento. Este campamento nos recordó también los peligros inherentes a estas aventuras: en 2011, una roca se desprendió matando a seis personas, tres de cuyos cuerpos aún permanecen bajo la misma.
Esa misma noche, en el campamento de Urdukas, pudimos contemplar la majestuosidad de la vía láctea en todo su explendor y captamos unas fotos increíbles de la misma asomándose sobre los picos nevados que nos rodeaban.
El Corazón del Glaciar
A partir del sexto día nos adentramos completamente en el centro del glaciar Baltoro. El paisaje se transformó en un laberinto de hielo cubierto de rocas, seracs y grietas, suponiendo cada paso un desafío. Las formaciones de hielo y roca creaban figuras caprichosas que parecían sacadas de otro planeta.
Tras 7 horas de caminata llegamos al campamento Goro II, donde pudimos constatar un hecho fascinante: según nuestro mapa, el campamento debería estar un kilómetro más adelante. La explicación: el glaciar se había movido esa distancia desde que se hizo el mapa años atrás. Una demostración viva de que caminábamos sobre un río congelado en lento pero constante movimiento.
Los Pequeños Placeres y Los Grandes Desafíos
A mitad del trek, Albert y yo reflexionábamos sobre los pequeños placeres que se echan de menos después de una semana en la montaña: una ducha caliente, un baño decente, una cama cómoda y calentita sin rocas debajo. Lujos cotidianos que se convierten en anhelos cuando se vive en la simplicidad de la alta montaña.
El frío comenzaba a ser intenso, con temperaturas bajo cero durante la noche. Y fue entonces cuando recibimos la noticia de que dos compañeros de expedición habían tenido que dar marcha atrás, afectados por la altitud y las duras condiciones. Un recordatorio de que en la montaña a veces es más sabio retroceder que arriesgarse demasiado. Como nos contaba el guía, apenas unos meses antes un porteador experimentado había fallecido en Concordia (nuestro próximo destino) por mal de altura.
Entre Gigantes de Hielo y Roca
El trayecto nos llevó a pasar por un abandonado campamento militar, vestigio de la compleja situación geopolítica de la zona. China está al otro lado de la cordillera e India no lejos, convirtiendo esta remota región en un área de intereses estratégicos.
Después de 7 horas más de caminata bajo una nevada inesperada, alcanzamos Concordia a 4.800 metros, uno de los anfiteatros naturales más impresionantes del mundo. Aquí convergen varios glaciares y desde este punto se pueden observar cuatro de los catorce ochomiles del planeta. Pero el K2 permanecía oculto tras las nubes, reservándose para el día siguiente.
El Día Perfecto: Camino al Campamento Base del K2
Amanecimos con un día espectacular, algo que según nuestro guía era la primera vez que ocurría en toda la temporada. ¡Qué suerte ser la última expedición del año y tener semejante regalo! El sol brillaba en un cielo completamente despejado, permitiendo ver en toda su majestuosidad las montañas que nos rodeaban.
Primero visitamos el campamento base del Broad Peak (8.051m), uno de los cuatro ochomiles de la zona junto con el G1, G2 y por supuesto, el K2. Mientras disfrutábamos del almuerzo, fuimos testigos de una impresionante avalancha en la cara del K2, probablemente provocada por las nieves de la noche anterior. Según Ejaz, nuestro guía local, la avalancha se produjo en la ruta japonesa, afortunadamente desocupada en esta época del año.
El Memorial: Un Momento de Reflexión
Finalmente, llegamos al campamento base del K2 a 5.150 metros sobre el nivel del mar. Aquí nos detuvimos en el memorial dedicado a los montañeros que han perdido sus vidas intentando conquistar estas cumbres. Placas conmemorativas, objetos personales e incluso, según nos contaron, los restos de dos personas descansan en este lugar solemne.
El K2 es conocido como una de las montañas más mortíferas del mundo: una de cada cuatro personas que alcanza su cima no consigue descender con vida. Un dato sobrecogedor que nos hizo valorar aún más el privilegio de estar contemplando esta montaña desde su base, sin pretender más.
Objetivo Conseguido: El Campamento Base del K2
Con el K2 imponente ante nosotros, sus 8.611 metros elevándose hacia el cielo como una pirámide perfecta, pudimos celebrar el haber alcanzado nuestro objetivo. Tras más de 90 kilómetros recorridos, superando desniveles, cruzando glaciares, soportando el frío y la altitud, el campamento base del K2 se desplegaba ante nuestros ojos, un espacio casi místico donde se inician las expediciones que intentan alcanzar la cima de la "Montaña Salvaje".
Y aunque nuestro relato termina aquí, la aventura continuaba: todavía quedaban 90 kilómetros de regreso por el mismo camino, pero con el corazón lleno de experiencias inolvidables y la satisfacción de haber completado uno de los treks más desafiantes y espectaculares del planeta.
Datos Sobre el K2 y el Trek a su Campamento Base
- Altura del K2: 8.611 metros (segunda montaña más alta del mundo tras el Everest)
- Primera ascensión: 31 de julio de 1954 por los italianos Lino Lacedelli y Achille Compagnoni
- Nombre local: Chogori ("Montaña Grande") o Dapsang
- Tasa de mortalidad: Una de las más altas entre los ochomiles, aproximadamente 1 de cada 4 alpinistas que llegan a la cima no sobreviven al descenso
- Duración del trek: 14-16 días (ida y vuelta)
- Mejor época: Junio a septiembre
- Distancia total: Aproximadamente 180 km ida y vuelta
- Altitud máxima del trek: 5.150m en el campamento base del K2
- Glaciar Baltoro: Con 63 km de longitud, es uno de los glaciares más largos fuera de las regiones polares
- Concordia: A 4.800m, es considerada uno de los "anfiteatros naturales" más impresionantes del mundo, con vistas a cuatro ochomiles
Este trek representa uno de los grandes desafíos para senderistas experimentados, no tanto por su dificultad técnica sino por la altitud, las largas distancias, las condiciones climáticas cambiantes y la remota ubicación que complica cualquier evacuación en caso de emergencia. Sin embargo, quienes lo completan coinciden en que las vistas y la experiencia bien valen cada paso del esfuerzo.